La ética profesional
LA ÉTICA PROFESIONAL
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El vocablo ética proviene del griego y tiene dos significados. El primero procede del termino éthos, que quiere decir hábito o costumbre. Posteriormente se originó a partir de este la palabra êthos que significa modo de ser o carácter. Esta ética atraviesa todas las esferas para la persona humana. En la actualidad se presta una gran atención a la aplicación de los principios de la ética general a campos específicos del que hacer humano. La ética profesional está constituida por el conjunto orgánico de derechos y obligaciones morales, deriva sus finalidades y normas específicas, de la condición básica de persona en armonía con los anexos que implican exigencias del bien común.
Cuando nos referimos al nivel de profesionalismo con el cual un sujeto desempeña su labor profesional, implicamos aquí, no sólo el rigor técnico, el grado de conocimientos y habilidades mostradas, sino también las actitudes éticas que él mismo muestra en su labor. En cada profesión, se desarrollan un conjunto de principios, normas y exigencias en el plano moral, que tienen por propósito regular los comportamientos de los sujetos que en ese ámbito participan, en cuanto a su quehacer y relaciones con sus compañeros, usuarios. Estos principios, normas y exigencias suelen plasmarse en los llamados códigos de ética profesional.
El objetivo de la ética en el terreno de la práctica profesional, es principalmente, la aplicación de las normas morales, fundadas en la honradez, la cortesía y el honor. La Ética tiene entre otros objetos, contribuir al fortalecimiento de las estructuras de la conducta moral del individuo.
¿Dónde esta la importancia de la Ética Profesional?
El comportamiento ético no es un asunto
exclusivo de los profesionales. Concierne, sin duda, a toda actuación humana;
pero compromete con mayor énfasis a quienes han tenido el privilegio de una
formación de nivel superior a costa de toda la sociedad que ha debido
contribuir a ella y que espera, justificadamente, una actuación correcta de
quienes han disfrutado de esa preferencia selectiva.
No olvidemos que, sin perjuicio de sus
fundamentos religiosos, la ética es un valor cultural, propio de la sociedad y
el tiempo en que se vive. Que la Universidad, principalmente agente receptor,
generador y transmisor de la cultura de un pueblo, ha inculcado o debido
inculcar en los estudiantes ese patrimonio valórico que todos compartimos. Y
que, por lo mismo, cada Facultad o Escuela universitaria no sólo debe enseñar
cómo ejercer una profesión, sino como ejercerla bien.
No debemos olvidar que toda profesión no es
sólo un modo de ganarse la vida y realizarse personalmente. Esta es sólo su
dimensión individual. También las profesiones tienen un fin social y éste
consiste en servir adecuadamente cada una de las necesidades que la sociedad
debe satisfacer para posibilitar el bien común. Así, las necesidades de
educación, de salud, de justicia, de comunicaciones, de obras de ingeniería y
arquitectura y tantas otras, encuentran cobertura en el correcto ejercicio de
las respectivas profesiones.
De esta manera, las actuaciones contrarias a
la ética no sólo dañan a quienes las sufren sino —principalmente— a la
comunidad humana en que acontecen.


Responsabilidad del profesional
La
responsabilidad debe trazar el rumbo hacia los actos aceptables, a las acciones
fecundas, actos justos y conscientes, reveladores de la buena fe y la capacidad
profesional.
El
profesional responsable trata por todos los medios de que sus actos sean
aceptables, para no cargar con una censura justa, ni con el conflicto de una
retractación.
La
responsabilidad profesional se opone a la opinión ligera, vana. Es más, la
responsabilidad se manifiesta en la postura de sinceridad demostrada por el
profesional, cuando prefiere rechazar un trabajo del que no está consciente o
con el cual puede poner en juego su prestigio.
La
responsabilidad es una distinguida expresión de la personalidad y por eso el
profesional que adviene a la sociedad, tiene la obligación de adoptar una
conducta opuesta al charlatanismo.
La idea de
la responsabilidad no se limita exclusivamente al aspecto moral, sino que, por
su misma fuerza ética compromete y obliga a la reparación del daño causado por
la culpa personal o de quien se debe responder. Así que la responsabilidad
abarca además otras actividades humanas: en las relaciones internacionales, en
derecho público, en derecho penal, y en derecho privado.

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